La posición geográfica de Costa Rica en América Central, así como sus condiciones climáticas y sísmicas, exponen al país a un alto riesgo de eventos extremos relacionados con el clima y otros desastres.
Entre 2000 y 2018, la región centroamericana ha registrado al menos 261 desastres causados por fenómenos naturales y antropogénicos, lo que pone de manifiesto su vulnerabilidad. También se considera un corredor migratorio crucial con migración intrarregional, emigración hacia Norteamérica, migración de retorno y migración extrarregional, así como una mayor movilidad humana debido al turismo.
“Crear conciencia sobre el riesgo climático en las familias es un paso clave hacia una adaptación eficaz.”
Por lo tanto, a nivel nacional, la implementación de una política migratoria en Costa Rica se discute con frecuencia, por ejemplo, en la Política Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2018-2030, el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2022-2026 y la Política Nacional de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático 2019, aunque su enfoque no es la movilidad relacionada con el clima.
Además del nivel nacional, muchas acciones relacionadas con el cambio climático y la movilidad humana se están implementando a nivel local, principalmente en el contexto de la gestión del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático.
Estas acciones tienen como principal objetivo sensibilizar mediante actividades y material informativo (p. ej. el Manual de Formación en Gestión Comunitaria del Riesgo por Tsunami, publicado en 2020, que incluye una sección de migrantes en situaciones de emergencia), para la reubicación planificada de las familias (p. ej. las poblaciones vulnerables del distrito de Caldera afectadas por olas más frecuentes e intensas debido al aumento del nivel del mar), o la reconstrucción después de un desastre (p. ej., población de Cinchona después del terremoto del 8 de abril de 2009).
Para comprender mejor la convergencia entre la adaptación al cambio climático y la movilidad humana a nivel local, SLYCAN Trust, con el apoyo de la Red Global de Planes Nacionales de Adaptación (PNA), ha llevado a cabo una investigación para identificar consideraciones clave y puntos de acceso. Como uno de tres estudios de caso de este proyecto, Costa Rica funciona como ejemplo de planificación de la adaptación relacionada con la movilidad humana a nivel local y comunitario, centrándose en la municipalidad de Esparza.
En octubre de 2024, SLYCAN Trust organizó dos talleres con apoyo de la Red Global de PNA y colaboración de La Ruta del Clima y la municipalidad de Esparza. El objetivo fue involucrar a actores clave locales, y profundizar sobre consideraciones dadas por autoridades del gobierno local (ministerio de medio ambiente, guardacostas, socorristas, universidades, sociedad civil y la municipalidad de Esparza) y miembros de comités locales de emergencia (CLE) de las playas Tivives y Caldera. Esto en cuanto a la planificación y acción para la adaptación a nivel local, vinculadas a la movilidad humana relacionada con el clima en el cantón de Esparza, en la costa del Pacífico de Costa Rica.
La conversación se centró en la problemática indicada antes, especialmente el desplazamiento periódico de familias de sus viviendas en las playas de Caldera y Tivives debido a las marejadas que las han afectado en los últimos años (siendo más intensas en 2012 y 2023), así como a una carretera principal ubicada cerca de la costa en playa Caldera y una ciclovía que fue destruida en años recientes.
En este sentido, guardacostas y miembros de CLE de playa Caldera y Tivives han indicado cambios significativos en la línea costera con aumento de la erosión y pérdida de arena en algunas zonas y deposición de arena en otras, como consecuencia de la construcción reciente de un rompeolas en el puerto de Caldera, con el fin de facilitar el tránsito de barcos. Esto ha alterado las corrientes que circulan cerca de las costas de Tivives y playa Caldera, provocando un mayor oleaje que afecta a las viviendas de algunas zonas (p. ej. el barrio “La Cueva” en la playa de Caldera). No obstante, también es sabido por los habitantes de Caldera que la línea costera era más ancha en el pasado, lo que indica una aumento del nivel del mar.
“La reubicación de las familias debe realizarse en zonas similares a aquellas en las que vivían antes para reducir la percepción de desarraigo y garantizar su permanencia en el nueva emplazamiento propuesto.”
El Sr. Esteban Aguilar, responsable de urbanismo, emergencias y riesgos de la municipalidad de Esparza, explicó que hace un siglo, un ferrocarril pasaba junto a un acantilado conocido como “roca Carballo” en la costa de la playa de la Caldera, lo que indica que la zona donde el agua llegaba a la costa estaba más alejada que en la actualidad. Incluso hay fotos históricas de un asentamiento a lo largo de la línea del ferrocarril, que formaba parte del centro habitado en el distrito de Caldera.
Hoy, esta zona está designada por la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) como zona roja amenazada por el oleaje. Expertos locales también han realizado estudios sobre las posibles zonas que pueden verse afectadas por el aumento del nivel del mar en los próximos años, como el profesor Melvin Lizano, geógrafo de la Universidad de Costa Rica, que estimó las zonas cercanas a la costa de playa Caldera que podrían quedar sumergidas por un aumento de 20 cm de la marea, previsto para 2030.
Para responder a estos impactos, la CNE colocó 300 metros lineales de rocas calizas de 5 a 7 toneladas en la costa para proteger la ruta nacional 23, que pasa por playa Caldera y tiene importancia nacional e internacional para el traslado de mercancías, transporte, comercio y turismo de San José a Puntarenas, Guanacaste y el resto de Centroamérica. La municipalidad ha brindado a las familias afectadas atención social, apoyo económico y albergue hasta por tres meses en algunos casos, así como capacitación y formación para emprender un negocio. También ha promovido la reubicación planificada de las familias en zonas más seguras, pero la mayoría de ellas están arraigadas a sus hogares y regresan después de cada episodio de fuertes marejadas, ya que perciben el sonido de las olas como parte integrante de su vida cotidiana.
Algunos participantes en el taller mencionaron que la reubicación debería hacerse en zonas similares a aquellas en las que vivían las familias, con un contexto cultural y unas fuentes de empleo similares para garantizar su permanencia en la nueva ubicación. Por lo tanto, el CLE de playa Caldera se formó para dar una respuesta más adecuada durante las emergencias, ya que el proceso de evacuación ha sido realizado principalmente por las propias familias y requiere un seguimiento.
La inseguridad es un problema en estos contextos cuando se producen fuertes marejadas (delincuencia cuando las familias evacuan sus hogares), y es necesario un enlace entre las familias y las instituciones locales de gestión de riesgos para que la comunicación sea eficaz. Esto permite a los miembros de los CLE de mantener informadas a las familias que viven en zonas propensas a verse afectadas por fuertes marejadas, y a otras familias en caso de emergencias como incendios o la presencia de cocodrilos en las zanjas utilizadas para mitigar las marejadas.
Otro reto al que se enfrentan los CLE de las playas de Caldera y Tivives es conseguir más miembros activos, movilizar recursos para cubrir la movilización segura de las familias en caso de emergencia por fuertes marejadas, llevar a cabo actividades de formación y concienciación entre estas familias para que estén mejor preparadas, y establecer un sólido sistema de alerta temprana. El CLE de playa Tivives se estableció en 2019 y ha avanzado en este tema, con algunos simulacros ya realizados, el más reciente en octubre de 2024 y el próximo en marzo de 2025); en cuanto al municipio, existe un proceso de reubicación planificada enmarcado en el plan regulador urbano que se establecerá en los próximos años.
Comprender la movilidad humana relacionada con el clima en el contexto de la planificación de la adaptación local es importante para abordar de forma proactiva estos riesgos y aprovechar las oportunidades para reducir la vulnerabilidad, proteger los medios de subsistencia y crear resiliencia a largo plazo. Las acciones a nivel local deben conectarse con el Plan Nacional de Adaptación y sus áreas y acciones prioritarias, garantizando la coherencia y la coordinación entre los diferentes niveles de gobernanza y escalas de acción de adaptación. La experiencia de Costa Rica puede constituir un valioso estudio de caso para identificar buenas prácticas y casos de éxito, así como retos que superar a la hora de vincular lo local con lo nacional y lo global.
Cristóbal is a Nicaraguan professional with 4 years of experience, now serving as an intern at SLYCAN Trust. He has experience as a consultant, researcher, thesis tutor, university professor (in topics related to hydrology, basics of environmental analysis and sustainable development), and project officer supporting the implementation of a disaster risk reduction and climate change adaptation project in Nicaragua. His educational background includes a Master's in Natural Resources Management and Development from the University of Cologne in Germany, a Master's in Environmental Sciences from San Luis Potosí University in Mexico, postgraduate studies in Assessment and Management of Geological and Climate related Risks (CERG-C) from the University of Geneva in Switzerland, and a Bachelor's in Environmental Engineering from Universidad Centroamericana in Nicaragua.
La posición geográfica de Costa Rica en América Central, así como sus condiciones climáticas y sísmicas, exponen al país a un alto riesgo de eventos extremos relacionados con el clima y otros desastres.
Entre 2000 y 2018, la región centroamericana ha registrado al menos 261 desastres causados por fenómenos naturales y antropogénicos, lo que pone de manifiesto su vulnerabilidad. También se considera un corredor migratorio crucial con migración intrarregional, emigración hacia Norteamérica, migración de retorno y migración extrarregional, así como una mayor movilidad humana debido al turismo.
“Crear conciencia sobre el riesgo climático en las familias es un paso clave hacia una adaptación eficaz.”
Por lo tanto, a nivel nacional, la implementación de una política migratoria en Costa Rica se discute con frecuencia, por ejemplo, en la Política Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2018-2030, el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2022-2026 y la Política Nacional de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático 2019, aunque su enfoque no es la movilidad relacionada con el clima.
Además del nivel nacional, muchas acciones relacionadas con el cambio climático y la movilidad humana se están implementando a nivel local, principalmente en el contexto de la gestión del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático.
Estas acciones tienen como principal objetivo sensibilizar mediante actividades y material informativo (p. ej. el Manual de Formación en Gestión Comunitaria del Riesgo por Tsunami, publicado en 2020, que incluye una sección de migrantes en situaciones de emergencia), para la reubicación planificada de las familias (p. ej. las poblaciones vulnerables del distrito de Caldera afectadas por olas más frecuentes e intensas debido al aumento del nivel del mar), o la reconstrucción después de un desastre (p. ej., población de Cinchona después del terremoto del 8 de abril de 2009).
Para comprender mejor la convergencia entre la adaptación al cambio climático y la movilidad humana a nivel local, SLYCAN Trust, con el apoyo de la Red Global de Planes Nacionales de Adaptación (PNA), ha llevado a cabo una investigación para identificar consideraciones clave y puntos de acceso. Como uno de tres estudios de caso de este proyecto, Costa Rica funciona como ejemplo de planificación de la adaptación relacionada con la movilidad humana a nivel local y comunitario, centrándose en la municipalidad de Esparza.
En octubre de 2024, SLYCAN Trust organizó dos talleres con apoyo de la Red Global de PNA y colaboración de La Ruta del Clima y la municipalidad de Esparza. El objetivo fue involucrar a actores clave locales, y profundizar sobre consideraciones dadas por autoridades del gobierno local (ministerio de medio ambiente, guardacostas, socorristas, universidades, sociedad civil y la municipalidad de Esparza) y miembros de comités locales de emergencia (CLE) de las playas Tivives y Caldera. Esto en cuanto a la planificación y acción para la adaptación a nivel local, vinculadas a la movilidad humana relacionada con el clima en el cantón de Esparza, en la costa del Pacífico de Costa Rica.
La conversación se centró en la problemática indicada antes, especialmente el desplazamiento periódico de familias de sus viviendas en las playas de Caldera y Tivives debido a las marejadas que las han afectado en los últimos años (siendo más intensas en 2012 y 2023), así como a una carretera principal ubicada cerca de la costa en playa Caldera y una ciclovía que fue destruida en años recientes.
En este sentido, guardacostas y miembros de CLE de playa Caldera y Tivives han indicado cambios significativos en la línea costera con aumento de la erosión y pérdida de arena en algunas zonas y deposición de arena en otras, como consecuencia de la construcción reciente de un rompeolas en el puerto de Caldera, con el fin de facilitar el tránsito de barcos. Esto ha alterado las corrientes que circulan cerca de las costas de Tivives y playa Caldera, provocando un mayor oleaje que afecta a las viviendas de algunas zonas (p. ej. el barrio “La Cueva” en la playa de Caldera). No obstante, también es sabido por los habitantes de Caldera que la línea costera era más ancha en el pasado, lo que indica una aumento del nivel del mar.
“La reubicación de las familias debe realizarse en zonas similares a aquellas en las que vivían antes para reducir la percepción de desarraigo y garantizar su permanencia en el nueva emplazamiento propuesto.”
El Sr. Esteban Aguilar, responsable de urbanismo, emergencias y riesgos de la municipalidad de Esparza, explicó que hace un siglo, un ferrocarril pasaba junto a un acantilado conocido como “roca Carballo” en la costa de la playa de la Caldera, lo que indica que la zona donde el agua llegaba a la costa estaba más alejada que en la actualidad. Incluso hay fotos históricas de un asentamiento a lo largo de la línea del ferrocarril, que formaba parte del centro habitado en el distrito de Caldera.
Hoy, esta zona está designada por la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) como zona roja amenazada por el oleaje. Expertos locales también han realizado estudios sobre las posibles zonas que pueden verse afectadas por el aumento del nivel del mar en los próximos años, como el profesor Melvin Lizano, geógrafo de la Universidad de Costa Rica, que estimó las zonas cercanas a la costa de playa Caldera que podrían quedar sumergidas por un aumento de 20 cm de la marea, previsto para 2030.
Para responder a estos impactos, la CNE colocó 300 metros lineales de rocas calizas de 5 a 7 toneladas en la costa para proteger la ruta nacional 23, que pasa por playa Caldera y tiene importancia nacional e internacional para el traslado de mercancías, transporte, comercio y turismo de San José a Puntarenas, Guanacaste y el resto de Centroamérica. La municipalidad ha brindado a las familias afectadas atención social, apoyo económico y albergue hasta por tres meses en algunos casos, así como capacitación y formación para emprender un negocio. También ha promovido la reubicación planificada de las familias en zonas más seguras, pero la mayoría de ellas están arraigadas a sus hogares y regresan después de cada episodio de fuertes marejadas, ya que perciben el sonido de las olas como parte integrante de su vida cotidiana.
Algunos participantes en el taller mencionaron que la reubicación debería hacerse en zonas similares a aquellas en las que vivían las familias, con un contexto cultural y unas fuentes de empleo similares para garantizar su permanencia en la nueva ubicación. Por lo tanto, el CLE de playa Caldera se formó para dar una respuesta más adecuada durante las emergencias, ya que el proceso de evacuación ha sido realizado principalmente por las propias familias y requiere un seguimiento.
La inseguridad es un problema en estos contextos cuando se producen fuertes marejadas (delincuencia cuando las familias evacuan sus hogares), y es necesario un enlace entre las familias y las instituciones locales de gestión de riesgos para que la comunicación sea eficaz. Esto permite a los miembros de los CLE de mantener informadas a las familias que viven en zonas propensas a verse afectadas por fuertes marejadas, y a otras familias en caso de emergencias como incendios o la presencia de cocodrilos en las zanjas utilizadas para mitigar las marejadas.
Otro reto al que se enfrentan los CLE de las playas de Caldera y Tivives es conseguir más miembros activos, movilizar recursos para cubrir la movilización segura de las familias en caso de emergencia por fuertes marejadas, llevar a cabo actividades de formación y concienciación entre estas familias para que estén mejor preparadas, y establecer un sólido sistema de alerta temprana. El CLE de playa Tivives se estableció en 2019 y ha avanzado en este tema, con algunos simulacros ya realizados, el más reciente en octubre de 2024 y el próximo en marzo de 2025); en cuanto al municipio, existe un proceso de reubicación planificada enmarcado en el plan regulador urbano que se establecerá en los próximos años.
Comprender la movilidad humana relacionada con el clima en el contexto de la planificación de la adaptación local es importante para abordar de forma proactiva estos riesgos y aprovechar las oportunidades para reducir la vulnerabilidad, proteger los medios de subsistencia y crear resiliencia a largo plazo. Las acciones a nivel local deben conectarse con el Plan Nacional de Adaptación y sus áreas y acciones prioritarias, garantizando la coherencia y la coordinación entre los diferentes niveles de gobernanza y escalas de acción de adaptación. La experiencia de Costa Rica puede constituir un valioso estudio de caso para identificar buenas prácticas y casos de éxito, así como retos que superar a la hora de vincular lo local con lo nacional y lo global.